martes, 30 de diciembre de 2008

Bon Voyage: Aquí comienza tu viaje

http://www.celtictravelservices.com/

A la mitad del viaje de nuestra vida me encontré en una selva oscura por haberme apartado del camino recto.

¡Ah! ¡Cuán penoso me sería decir lo salvaje, áspera y espesa que era esta selva, cuyo recuerdo renueva mi temor, temor tan triste que la merte no lo es tanto!

Pero antes de hablar del bien que allí encontré, revelaré las demás cosas que he visto. No sabré decir fijamente cómo entré, tan adormecido estaba cuando abandoné el verdadero camino. Pero al llegar al pie de una cuesta, done concluía el valle que me había llenado de miedo el corazón, miré hacia arriba y ví su cima revestida de los rayos del planeta que nos guía con seguridad por todos los senderos...

Virgilio me guía en mi viaje.

2 comentarios:

  1. Prosaico muy prosaico nos ponemos, siempre he preferido Conrad con su "corazón de las tinieblas".
    Ahí va eso a ver que te parece:"La selva había logrado poseerlo pronto y se había vengado en él de la fantástica invasión de que había sido objeto. Me imagino que le había susurrado cosas sobre él mismo que él no conocía, cosas de las que no tenía idea. Al quedarse solo en la selva había mirado a su interior y había enloquecido. El denso y mudo hechizo de la selva parecía atraerle hacia su seno despiadado despertando en él olvidados y brutales instintos, recuerdos de pasiones monstruosas"

    Fdo. Erodoto

    ResponderEliminar
  2. Prefiero el viaje interior de Allan Poe y su "Cuervo"
    "(...) Al entrar de nuevo en mi cuarto, con el alma abrasada,
    pronto, más clara que antes, volví a oir una llamada.
    "Seguramente -dije- es algo que roza mi persiana.
    Veamos qué es y que el misterio sea despejado
    para que pueda así mi corazón quedar calmado.
    ¡Será el viento nada más!"

    Y apenas abrí la ventana,
    irrumpió un gran cuervo agitando sus alas.
    No hizo reverencia alguna, y con un aire altanero
    de dama o de caballero, trepó, se posó en la puerta,
    luego en un busto de Palas,
    y nada más.

    Entonces, a aquel pájaro de ébano
    que por su severo porte indujo mi sonrisa,
    le dije: "Aunque sea tu cresta rala y lisa no es tu actitud sumisa.
    Dime, cuervo torvo, antiguo y espectral, dime cuál,
    en la orilla plutoniana de la noche, es tu nombre señorial.

    El cuervo dijo: "Nunca más".

    Grande fue mi asombro al escuchar de aquel pájaro desgarbado,
    semejante discurso tan claramente expresado,
    aunque ciertamente poco sentido y oportunidad su respuesta tuviera;
    pues hay que reconocer que ningún ser humano se hubiera preciado
    de tener a un pájaro u otra bestia sobre un busto encaramado,
    allí subido, en el busto esculpido sobre el dintel de la puerta,
    con tal nombre como "Nunca más".

    Pero el cuervo, sedente solitario en la escultura,
    como si con aquellas palabras su alma desprendiera,
    no dijo nada más, ni movió una sola pluma
    hasta que murmuré: "Otros amigos ya antes se han marchado.
    En la madrugada, como antes mis esperanzas han volado,
    me abandonará".

    Entonces el pájaro dijo: "Nunca más".

    Estremecido por una réplica tan bien dada,
    dije: "Sin duda sus palabras son toda la herencia tomada
    de algún infeliz dueño con quien el Tormento
    cruel se ha cebado,
    haciendo de sus canciones este lamento,
    y de su esperanza melancólica tan monótona tonada
    como es "Nunca - nunca más".

    Mas el cuervo, seduciendo aún mi sonrisa,
    me impulsó, ante pájaro, busto y puerta, a tomar asiento;
    entonces, sumido en terciopelo,
    empecé a encadenar mis pensamientos,
    tratando de averiguar lo que aquel siniestro, desgarbado,
    torvo, espantoso, descarnado pájaro de antaño
    quería decir al gemir:

    "Nunca más".

    Ocupado en esto, sin pronunciar una sílaba, frente al ave estaba,
    cuyos ojos fieros quemaban ahora lo más profundo de mi pecho;
    esto y más conjeturaba
    cómodamente con la cabeza reclinada,
    tendido en los cojines de terciopelo
    que reflejaban la luz de la lámpara.
    Ese terciopelo en el que ella
    no se sentará nunca más.

    Entonces, creo, el aire se volvió más denso,
    perfumado por un invisible incienso
    por serafines brindado,
    cuyas pisadas sentía en el alfombrado.
    "Miserable -grité- tu Dios mediante estos ángeles te ha ofrecido
    un descanso. Descanso y olvido
    de las memorias de Leonor.
    Bebe, bebe este buen filtro y olvida
    a esa Leonor perdida.

    El cuervo dijo: "Nunca más".

    "Profeta -dije- ser maligno,
    bien pájaro o demonio, siempre profeta,
    por el Tentador enviado, o por la tempestad empujado
    hasta estas costas, hacia esta desierta tierra encantada,
    aunque intrépido, desolado; dime la verdad, te lo imploro,
    ¿Hay consuelo más allá?"

    El cuervo dijo: "Nunca más".

    "Profeta -dije- ser maligno,
    bien pájaro o demonio, siempre profeta,
    por ese cielo que contemplamos,
    por ese Dios al que adoramos,
    dile a esta pobre, angustiada alma,
    si en el lejano Edén podrá hallar la calma
    en los brazos de la doncella,
    aquélla radiante y bella por ángeles Leonor llamada,

    El cuervo dijo: "Nunca más".

    "Qué estas palabras sean tu señal de despedida,
    pájaro o demonio -grité incorporándome.
    Vuelve a la tempestad de la ribera nocturna y no dejes pluma
    que atestigüe la mentira que tu alma invoca.
    ¡Deja intacta mi soledad! !Aparta tu figura de mi puerta!
    ¡Aleja tu pico de mi corazón!"

    El cuervo dijo: "Nunca más".

    Y el Cuervo, inmóviles las alas, aún sigue posado
    sobre el busto de Palas, en la puerta encaramado,
    con sus ojos semejando a un demonio que está soñando;
    la luz de la lámpara proyecta su sombra en el suelo,
    donde yace mi alma sin consuelo,
    donde ya siempre mi alma yacerá,

    pues de allí no habrá de levantarse... ¡Nunca más!"

    ResponderEliminar